Hoy ponemos el objetivo en la revisión del personaje de El Soldado Desconocido que desarrolló Joshua Dysart junto al dibujante Alberto Ponticelli en 2008 .
Este arriesgado planteamiento sólo pudo sobrevivir 25 números, sigue suponiendo toda una experiencia gráfica y argumental, quizás por los mismos motivos por los que no contó con el apoyo del gran público. Se trata de una obra extraña, arriesgada y también comprometida, que al menos sí valió el reconocimiento de la crítica y su nominación a varios premios Eisner.
Poco tiene que ver este con el personaje clásico del mismo nombre creado como secundario del Sargento Rock en 1966, aunque Dysart consiga relacionarlo con la mitología del Soldado Desconocido. El cambio radical radica tanto en la ubicación del conflicto, como en la personalidad y las motivaciones del personaje protagonista, cuyo nombre está vez conocemos desde el principio y que al menos sí conserva los problemas psicopáticos tradicionales del antihéroe…
LA GUERRA Y EL VALOR DE LA VIDA EN ÁFRICA
Uganda, año 2002. El Doctor Lwanga Moses y su esposa acuden a una acción humanitaria en el norte del país, mientras una voz interior le incita a la violencia y hace entrever un entrenamiento oculto en su memoria.
Tras un primer contacto con la barbarie y crueldad de los rebeldes, tras el que acaba desfigurado, irrumpe en su personalidad un soldado desconocido. Estamos ante una máquina de matar, que nos sumerge en una espiral de violencia que pone de relieve y con detalles meticulosamente documentados el terrible conflicto ugandés y africano. Esa guerra interminable surgida de la creación de líneas y estados imaginarios, despreciando culturas y tradiciones tribales, mezclando intereses políticos con miserias sociales.
Aquí la codicia se hace paso entre el sufrimiento de los niños soldado, las violaciones grupales, los secuestros de niños, los asesinatos y los interminables actos macabros en una zona olvidada de Dios.
Una nueva y arrolladora perspectiva que pone de relieve lo que occidente no quiere ver. Por eso occidente no quiso tampoco leerlo. Por eso no existe en el mercado mainstream del cómic nada igual, ni aguantó más su serie regular, vendiendo su excelso desenlace apenas unas 7000 copias en Estados Unidos y en su publicación.
LO QUE NADIE QUIERE VER
La aclamación de la crítica no se acompañó de la satisfacción del gran público y eso puede tener también relación con el trazo sucio, feista y extremadamente explícito de Alberto Ponticelli. Dibujante de prácticamente todo el argumento, es sustituido apenas unos números por un dibujante algo más simple en los lápices, como es el africano Pat Masioni. Sin embargo, ambos esconden una narrativa y un compromiso con la obra notable y, en realidad, aspecto fundamental en la atmósfera, la narrativa y la excelente ambientación de la obra.
También participa en la parte final de la serie El siempre adaptado y eficaz Rick Veith, que cumple con solvencia para camuflarse perfectamente en el estilo y marca gráfica de la historia.
La selva de Uganda, el complicado día a día de las tribus autóctonas, los escenarios de miseria y crueldad, fagocitan la belleza natural del entorno, en una espiral gráfica de violencia y destrucción, que deja una narrativa cinematográfica, pero que quizás no consigue diferenciar rostros (sobre todo de niños soldado). Si que es importante el trabajo de expresividad emocional en los personajes y el trabajo cuasi documental de los escenarios.
SUEÑO AMERICANO
Referido, por tanto, el buen trabajo de deslocalización de los intereses del Soldado Desconocido, llega el desenlace y la conexión de la trama con una de las señas de identidad de lo que siempre fue el personaje revisionado: el patriotismo norteamericano.
Y de nuevo Dysart consigue sorprender con la intrahistoria de un personaje perdido y que en una historia río tan anárquica y explosiva como esta, siempre tuvo un final y un desenlace. Digno de una buena historia de espías y de un drama psicológico de gran calibre. Con la aparición del Soldado Desconocido clásico y el cierre de una continuidad para un personaje que, tuvo historias buenas pero, como en las viñetas, nunca contó con demasiado apoyo. Hizo la guerra sólo y nunca pasó a la historia su nombre.
Fran Amador.