QUEEN AND COUNTRY: EL MUNDO DEL ESPIONAJE DESDE DENTRO
El comic NOIR (o género negro) nos ha dejado grandes obras en los últimos tiempos y, entre los títulos más destacados suele coincidir el nombre de un autor maestro en estas lides: Greg Rucka. El escritor estadounidense es (junto con Ed Brubaker) un perfecto narrador de situaciones de intriga, espionaje y conspiraciones. Su talento es plausible en títulos como Gotham Central , Whiteout o Lazarus; pero puede que uno de los ejemplos más evidentes de su capacidad lo encontremos en QUEEN & COUNTRY.
Queen and Country está considerada una de las obras más personales de Rucka, cuenta con un guión tan brillante que pudo soportar con solvencia baile de dibujantes, con una tensión argumental que casi lleva el arte a un segundo plano. Desde luego, ningún dibujante falla en la traslación de la narrativa cinematográfica, pero la trama es tan buena que el guión sobresale al aspecto gráfico de la serie.
PREMIO EISNER A MEJOR NUEVA SERIE
Queen and Country es reconocida ya desde sus inicios a principios del nuevo siglo por el público y la crítica, en 2002 se coronaba con el Eisner a mejor serie nueva. Desde el primer arco argumental, Operación: Tierra Rota, descubrimos un tratamiento poco habitual en el género de los espías. La trama sigue el día a día del Servicio de Inteligencia Británico, con atención detallada a diferentes misiones; pero también a las motivaciones, personalidades y complejos de sus miembros.
Con una acción realista que huye de un tratamiento espectáculo a lo James Bond, Queen & Country hilvana argumentos desde las propias entrañas del departamento. Con atención al trabajo de “oficina”, a la cara oculta del trabajo de los servicios de inteligencia, las tensiones entre departamentos, intereses políticos, tretas y doble juego de gobiernos. Esa verosimilitud, aunque a priori podría pensarse que dificulta la lectura, lo que consigue es que el lector se sumerja en la cotidianeidad de los pasillos y despachos desde los que se conspira el rumbo de la política internacional.
Por buscar un símil, podría aproximarse a la obra literaria de nombres como John Le Carré o, en menor medida a Tom Clancy. Pero debo decir que la pluma de Rucka hace más ligera la comprensión y, sobre todo, mucho más humanos y cercanos a los personajes.
PERSONAJES POR DELANTE DE SITUACIONES. EL RETRATO PSICOLÓGICO
Queen & Country es, además de un ejercicio de estilo de lo que debe ser el buen cómic NOIR; la oportunidad de Rucka para ampliar la visión de lo que es una buena historia de espías. La nueva interpretación sigue dando atención a la acción (que la hay y frenética) pero se emplea también en dar protagonismo a la burocracia, a la cara oculta de los servicios de inteligencia y espionaje británicos. Y es en el retrato social y psicológico de los personajes donde encontramos el principal atractivo de la serie.
Rucka humaniza a agentes de élite, como Tara Chance, seguramente el personaje principal. Una mujer capaz de apretar el gatillo de un fusil de largo alcance para matar a un mafioso ruso; pero incapaz de dormir en paz, ni de superar sus propias inseguridades como mujer y soldado. Protagonismo a personajes femeninos y una obra coral en la que interaccionan más de una decena de personajes principales, pero sin que se pierda el hilo en ningún momento.
La facilidad para seguir lo que nos cuenta, lo pronto que nos hacemos con la identidad de los protagonistas y la sencillez con la que avanzan tramas complejas es otra de las grandes virtudes de este cómic.
LOS GRISES DE LA HUMANIDAD, PLASMADOS EN BLANCO Y NEGRO
Sobre el aspecto gráfico, aunque tiene variaciones, podríamos resumirlo como sobrio, cumplidor y, sobre todo, al servicio de la historia. Dibujantes como Steve Rolston, Brian Hurtt o Leandro Fernández, no se ceban en la espectacularidad, pero sí en la narrativa, que es verdaderamente absorbente. Si tuviéramos que poner un ejemplo de arte al servicio de la historia, seguramente nos podrían servir muchas páginas de esta serie. La vista viaja a la perfección por la trama, de forma que juegos de miradas, gestos o paisaje, son perfectamente mapeados en el cerebro del lector, que casi se siente dentro de la historia, sin necesidad de un dibujo hiperrealista o un splash page llamativo. La impresión de estar viendo algo real es permanente, sensación a la que contribuyen algunos pasajes que nos retrotraen a conflictos que tienen lugar en la actualidad internacional.
Por lo general, dibujo simple y funcional, en ocasiones con más suciedad según el artista, pero que consigue tridimensionalidad para el conjunto de la trama. Un trabajo de composición narrativa más que adecuado, con viñetas por las que la vista pasea sola y con naturalidad, algo más que apreciable en el panorama actual. Mención especial a las portadas firmadas por Tim Sale, muy icónicas del contenido de los interiores del título.
UN “MUST HAVE” DEL GÉNERO
Podríamos hablar de cada misión y cada consecuencia, comentar que se adelantó a la llegada del enemigo islamista o poner ejemplos claros de por qué es una obra de personajes, más de que misiones. Contó además con un spin off , CONFIDENTIAL, que cuenta hechos ocurridos 30 años antes que la serie principal, y para la que también podríamos explayarnos en elogios ya que no va a la zaga de la calidad de la serie matriz. Así que lo mejor es que podáis descubrir esta obra por vosotros mismos, ya que Queen & Country es uno de los mejores comics de este siglo.
Para lucir en nuestra tebeoteca pero, sobre todo, para disfrutar como lector como toda una experiencia de las posibilidades reales del noveno arte. Un tebeo sorprendentemente inmersivo capaz de contar, en blanco y negro, la infinidad de grises del género humano. Héroes y tiranos de carne y hueso. Con misiones imposibles, pero no tanto como la ficción del mismo nombre. Historia para adultos y que considera la propia capacidad del lector al no masticarle todo lo que ocurre, pero tampoco sin provocarle ningún esfuerzo de comprensión.
Sólo un aviso: Queen and Country es una obra que crea adicción y termina… Sin que se haya hecho nunca más algo siquiera similar. Eso es lo peor de leerla, la sensación de vacío que deja.
Francisco Fernández Amador.