Después de Yo,Asesino, viene la segunda entrega de la trilogía del Yo: Yo, Loco, de Keko y Altarriba, en donde los autores hacen una crítica de la industria farmaceútica. Y es que los intereses económicos están por encima del bienestar de las personas y los médicos, en este caso psicólogos, se dedican a crear perfiles psicológicos patologizables, o lo que es lo mismo, se inventan trastornos que no existen ajustándolos a comportamientos de las personas que no tienen por que ser enfermizos.
Si en Yo, Asesino se trataba el tema de los asesinatos a través de la figura de un profesor de arte, llamado Angel Molinos, aquí vamos a tratar el tema de la locura a través de un psicólogo, que en sus años mozos ha hecho de escritor de obras teatrales, y que desde el primer momento se plantea la ética de su trabajo.
En el desarrollo de la historia vamos a destacar varios aspectos:
El primero es el ambiente claustrofófico, un secretismo enfermizo, nunca mejor dicho, en donde los trabajadores de Otrament tienen claúsulas de confidencialidad muy estrictas, y nadie está seguro.
Rivalidades entre colegas, traiciones, miedo… todo eso acaba pasando factura a nuestro protagonista.
Por otro lado, el pasado de Angel, un complicado ambiente familiar, abusos sufridos de pequeño, rechazo de la sociedad debido a su homosexualidad y todo esto se ve reflejado en sueños, que reflejan los traumas que tiene y que condicinaran su vida adulta.
En cuanto al desarrollo de la historia, alternaremos sueños con realidad, llegando a confundirse una cosa con la otra, algo que para el lector puede ser muy interesante, ya que te obliga a hacer un esfuerzo por entender bien la obra, y es que a medida que avanza la historia, los sueños del protagonista serán cada vez más delirantes, luego cada cual es muy libre de buscar el significado a los mismos, pero mucho de lo que le pasa tiene su origen en sus traumas de la infancia, como ya hemos comentado.
Estamos ante una novela gráfica que te invita a reflexionar, si el loco nace o lo hace la sociedad, si realmente hay enfermedades que no existen pero que se les inventan para favorecer los intereses de las farmaceúticas o si determinados trastornos psicológicos son inducidos por los médicos.
Para acabar, destacar que los personajes de Yo, Asesino y Yo, Loco, comparten universo, y es que veremos varios guiños a la obra anterior.