Las obras maestras siempre están de actualidad, como la que nos ocupa hoy: V de Vendetta, de la cual tenemos una edición limitada en blanco y negro publicada por Ecc.
Sinopsis.
Estamos en Inglaterra, en el año 1.997, el mundo ha salido de una guerra nuclear. Tras la misma, un contubernio formado por las grandes empresas y los políticos han traído a Inglaterra un estado fascista. El partido, Fuego Nórdico controla el poder. El Estado tiene divididas sus funciones según un cuerpo humano, así tenemos el Ojo, el Dedo, la Boca…, como partes de un todo, dedicados al control y funcionamiento de la sociedad. En este ambiente aparece nuestro personaje, V, que salva a una muchacha, Evey, que ha caído en la prostitución, de ser violada por los agentes del orden. V mata a uno de los agentes y tras rescatar a Evey, en una azotea, contemplan como explota el Parlamento, tras estallar las cargas colocadas por V.
Nuestro protagonista la lleva a su guarida donde cuidará de ella. A partir de aquí Moore desarrollará la relación entre ambos personajes, lo que le servirá de excusa para contar el pasado de Evey. Ambos personajes son el resultado de la guerra y el nuevo Estado surgido tras la misma. La madre de Evey morirá en la postguerra como consecuencia de una enfermedad provocada por las condiciones, sanitarias y de alimento, en las que queda Inglaterra, su padre, por otra parte, será apresado por haber pertenecido de joven en un grupo socialista. Evey sería enviada a trabajar a una fábrica. La imposibilidad de alcanzar un mínimo para sobrevivir la llevaría a ejercer la prostitución.
De V sabemos poco, de hecho su identidad nunca se nos revelará. De la persona que se oculta tras la máscara de Guido Fawkes – católico inglés que atentó contra el Rey Jacobo I en lo que se conocería como la conspiración de la pólvora en 1.605, con la que se quería entronizar a la princesa Isabel. El atentado fue un fracaso y Guido fue apresado y ejecutado -, sabemos que, gusta de recitar a Shakespeare – un cripto-católico –, que es un amante de la literatura, el cine y la música y que está llevando a cabo una serie de crímenes contra distintas personalidades del régimen inglés. En el lugar del crimen, V deja una rosa.
Mr. Finch, el detective encargado de la investigación descubrirá que estos asesinatos están relacionados: los muertos han estado en el Campo de Concentración de Larkhill. Allí se habían usado a un grupo de presos como conejillos de indias para experimentar con ellos. Sólo sobreviviría el de la habitación número 5. El preso de la habitación número 5 cultivaba unas rosas hermosísimas. Al poco tiempo escapó.
V lleva su venganza personal, no sólo contra aquellos que le hicieron daño, sino contra la totalidad del régimen, quiere devolver la libertad al pueblo, para ello revienta los edificios donde están instalados los elementos de control del Ojo y la Oreja. El Estado, ciego y sordo, durante tres días no podrá escuchar ni observar a sus ciudadanos: el pueblo es libre.
Finalmente, Finch dará con V para finalmente acabar con él, sin embargo, Evey recogerá su testigo. Tras el anuncio del abatimiento de V, éste aparecerá de nuevo para sorpresa de todos. Dirigiéndose al pueblo les conmina a que decidan si quieren el poder o prefieren las cadenas.
Crítica.
V de Vendetta apareció por primera vez, incompleto, en la revista Warrior, en B&N, de la cabeza de Alan Moore y de las manos de David Lloyd, para ser finiquitada bajo el sello de DC comics. ECC nos ofrece en este caso, la publicación original en blanco y negro. Decir algo nuevo a estas alturas de V de Vendetta es difícil, pero intentaremos hacerlo.
V de Vendetta es una magnífica obra, posiblemente de las mejores realizadas en el mundo del tebeo. Si escogiéramos a un grupo de personas y le pidiéramos que nos dijesen su lista de los tebeos preferidos, V aparecería con total seguridad entre los diez primeros, pero que se una obra meritoria no implica que sea redonda. ¿Y por qué no lo es? Por las propias deficiencias de las que adolece el guionista, en cuanto a conocimientos, y en su propia biografía. Moore es socialista e inglés. ¿Qué quiere decir esto? En Inglaterra el socialismo, en general, es fabianista. De hecho, fue en los orígenes del Partido Laborista está el fabianismo, que no es un socialismo utópico sino pragmático.
La caracterización que hace Moore del supuesto Estado fascista, nos recuerda más a 1.984, de Orwell, que es una crítica al comunismo y a la Alemania nazi, más que al fascismo propiamente dicho. De hecho, la base sociológica del fascismo es la de la baja burguesía. El fascismo es un movimiento revolucionario de derechas, donde es el Estado mismo el que resuelve la lucha de clases. Y esto es lo que lo diferencia del marxismo, teniendo sus mismos antecedentes hegelianos. Así, mientras el marxismo preconizaba la desaparición del Estado, el fascismo lo que quiere es su facistización.
El Estado, en el fascismo, “es la marcha de Dios a través del mundo”, como diría Gentile. El Estado es idolatrado, es recibido como una religión, porque “el Estado es la gran voluntad de la nación, y por tanto, su gran inteligencia”. De ahí que en el Estado fascista la religión no tenga su espacio. Esto tiene sus consecuencias en el capítulo en el que V castiga al pastor anglicano. En este caso hay una confusión entre la actualidad y la distopía. La cabeza de la Iglesia de Inglaterra, desde los tiempos de Enrique VIII es el Rey, aparte, el anglicanismo pasó del cisma con Roma a la herejía. De hecho los anglicanos no poseen más sacramentos que el Bautismo. No creen en la presencia real de Cristo en la Eucaristía.
Moore critica el poder religioso inglés dándole en todo el centro de flotación en un capítulo notable donde V se venga del Obispo de Canterbury, un viejo rijoso que se acuesta con jovencitas, bajo las órdenes del Fuego Nórdico, dándole una oblea envenenada. Sin embargo, lo que podría ser sobraliente, se queda en notable, porque por un lado, la presencia de la religión en un Estado dónde éste deber idolatrado carece de sentido y, por otro lado, nos saca de la historia al decir que la Transubstanciación se produce al recibir el fiel la Comunión, lo que muestra absolutamente el desconocimiento que tiene el escritor inglés en estas cuestiones, que no llega ni a catecismo básico.
¿Es V anarquista?
V es un personaje enigmático. Producto de los experimentos llevados a cabo en el campo de concentración, la Dra. Delia Surridge – encargada de llevar a cabo tales pruebas – deja traslucir que V padece algún tipo de locura, pero, ¿se puede esperar acaso otra cosa distinta después de los padecimientos de nuestro protagonista? De todas formas no es lo que nos interesa. V se presenta con rasgos que nos hacen pensar en que puede ser un anarquista, pero, ¿realmente es así? Por un lado, en V no queda claro que niegue el Estado en momento alguno: lo que quiere V es destruir el Estado totalitario inglés y devolverle al pueblo su poder de elección.
Tampoco vemos un anarquismo con significado político en tanto en cuanto V no trata de construir una plataforma comunitaria como los sindicatos.
Una de las características fundamentales del anarquismo es el presentismo, es decir, los anarquistas tienen puesta su visión en el futuro pero quieren hacer presente los rasgos de la Humanidad futura, por eso, los anarquistas toman como apoyo plataformas que no sólo serán meros medios que desaparecerán en el estado final al que conducen, sino que son una prefiguración de dicho estado. Sin embargo, V sí tiene ciertas concomitancias con el anarquismo próximo a las posiciones de una izquierda anarquista de corte nihilista, no en cuanto un nihilismo radical como el de Sergio Netchaev, sino más bien en posiciones más cercanas a las de Bakunin donde con su afirmación “la destrucción es creadora” podemos comprobar que su fin es la creación, no la destrucción.
También V, como los anarquistas de fines del XIX y principios del XX, es un terrorista y como tal, aparece asociado a este nihilismo pero en un sentido creador: con los atentados, V pretende acabar con el régimen existente y dar lugar a un mundo nuevo. De todas formas, en sentido propio, no podemos decir que V sea un anarquista, ya sea de corte nihilista o político. V es un libertario que desea acabar con el régimen. En ningún momento se plantea cómo será la conformación del nuevo estado de cosas, lo único que le preocupa es la libertad.
Quizás de aquí venga la molestia del autor que grupos influidos por el anarquismo, de tipo apolíticos, plataformas autodenominadas de la “sociedad civil”, movimientos antiglobalización y/o antisistemas se hayan apropiado de la simbología de V. Realmente V no se identifica en absoluto con estos movimientos porque su guerra es otra. Ahora bien, en este juego en el que se desarrolla su personaje, con tintes anarquistas, ¿qué podemos esperar después de una caída de un régimen? Pues el desorden. Y esa es una de las consecuencias que Moore refleja en su obra y es de agradecer que el autor acepte de buena lid las conclusiones a la que llega su obra. Por eso V, más que un personaje, es una idea encarnada, un símbolo cuya obra no tiene fin.
Ahora bien, ¿todo es deficiente en V de Vendetta? Claramente no.
No podemos exigir a esta obra que sea un tratado de ciencia política cuando no lo es. Es una historia, muy buena, notable, con momentos brillantísimos, como cuando V orquesta como un Nerón redivivo, la destrucción de los edificios dónde se encuentran los elementos de control del Ojo y de la Oreja o en el asesinato del Obispo de Canterbury, donde golpea a las instituciones inglesas, profundamente anti-católicas, de la forma más dura: una persona con la máscara del católico Guido Fawkes, dándole la comunión, simbólicamente, a un anglicano que no cree en la Transubstanciación.
Aún así, a pesar de estos momentos de gran belleza no podemos calificar a V de Vendetta como una obra sobresaliente por las razonamientos que hemos expuesto anteriormente. Es una reflexión sobre la libertad, el autoritarismo y sus consecuencias, lo que nos puede servir como base para profundizar o tratar ciertos temas relacionado con las ciencias políticas. El problema es cuando se quiere elevar el tono de la obra, queriendo trascender a sí misma, porque ahí estallan las costuras y sus fallos salen a la superficie, refulgentes. Y es que no hay nada más injusto que colocar las cosas fuera del lugar que ocupan.
Apartado gráfico.
En el apartado gráfico el dibujo de Lloyd es brillante. Un trazo clásico, una narración magistral pero que falla, especialmente en el blanco y negro, a la hora de definir a los personajes cayendo a veces en la confusión – o al menos a mí me lo parece -: podemos decir que a esta obra, el color le ha venido muy bien.
La edición.
La edición de V de Vendetta que nos ha traído ECC es muy buena y digna de elogio. Buena encuadernación, buen papel y buen hacer en general, en esta recuperación de la obra tal como apareció en su versión original.
Marqués Valdegamas