Batman e hijo es el arco argumental con el que el amado y odiado Grant Morrison comenzó su andadura al frente de la colección del Hombre Murciélago, etapa que comenzó en 2006 y que se prolongó en el tiempo durante siete largos años en los que llevaría a Buce Wayne a los límites de la locura.
ECC Ediciones acaba de reeditar este arco, que comprende los números de Batman del 655 al 658, dando el pistoletazo de salida a una colección que abarcará la saga de Batman desde la etapa de Morrison hasta la actual etapa de Tom King, en un tomo que además contiene los números de Batman del 663 al 666 y los números 30 y 47 de la publicación semanal 52, donde se contaba la historia de un año perdido en el universo DC.
Batman e hijo.
El arco que da título al tomo comienza de manera frenética con un enfrentamiento entre Batman y el Joker, que acaba recibiendo un disparo en plena cara del Caballero Oscuro y siendo arrojado por este a un contenedor de basura, lo que nos lleva a pensar que Batman ha quebrantado su norma de no matar, aunque pronto descubrimos que ni el Joker ha muerto ni ha sido Bruce Wayne el que ha llevado a cabo tales acciones, sino que ha sido un tarado disfrazado de Batman que se proponía limpiar la ciudad de Gotham a su manera.
La Liga de los Asesinos.
Pero esta trama quedará interrumpida, ya que Morrison introducirá en la historia a Talia Al Gul que, liderando la Liga de Asesinos, fundada por su padre Ra’s al Ghul, robará la fórmula de Man-Bat, personaje creado por Frank Robbins y Neal Adams y que hizo su primera aparición en 1970 en el número 400 de Detective Comics, para crear un ejército de hombres murciélago que capturará a Batman y le llevará ante la presencia de Talia, que le confesará que tiene un hijo suyo llamado Damian.
De esta forma Morrison introduce en la continuidad de Batman los hechos narrados en el cómic Batman: El hijo del demoniode Mike W.Barr y Jerry Bingham, publicado en 1987, donde Talia se quedaba embarazada de Bruce Wayne y fingía la perdida del bebé que finalmente era dado en adopción, historia que hasta el momento de la publicación de Batman e hijo estaba en duda de si entraba o no en la continuidad oficial de Batman.
Talia deja a Damian a cargo de Batman para que se vayan conociendo, lo que le dará bastantes quebraderos de cabeza, ya que el jovencito Damian se revela como un pequeño cabroncete que no tiene ningún escrúpulo a la hora de utilizar la violencia, incluso de matar, para demostrar a su padre que está preparado para combatir el crimen y sucederle cuando llegue el momento
El payaso a medianoche.
Después del arco Batman e hijo lo que nos encontramos en el tomo son cuatro historias que pueden leerse de forma independiente, en las que Morrison introduce ideas y conceptos que posteriormente desarrollará en profundidad a lo largo de su dilatada etapa al frente de la colección del Hombre Murciélago.
La primera de estas historias es El payaso a medianoche, que tiene la particularidad de ser un relato ilustrado escrito en prosa, donde Morrison nos introduce con un lenguaje abigarrado en la mente psicótica del Joker, que se encuentra encerrado en Arkham recuperándose del tiro recibido en la cara disparado por el falso Batman, mientras que en Gotham aparecen muertos varios payasos criminales que en algún momento de su vida habían trabajado para el mismo Joker, en un número que nos recuerda al primer acercamiento de Morrison al universo de Batman en Asilo Arkham.
Tres fantasmas de Batman.
En el número Tres fantasmas de Batman, el Caballero Oscuro descubre, mientras investiga el asesinato de varias prostitutas, que hay más hombres que se disfrazan de Batman, aparte de aquel que disparó al Joker.
En esta historia Morrison escribe uno de los mejores momentos de todo el tomo, cuando Batman le da a una joven prostituta, apenas mayor de edad, una tarjeta con un número de teléfono de una empresa que está buscando una recepcionista para que esta llame e intente conseguir el puesto, y le advierte de que no quiere volver a verla en las calles tras esa noche. Y es que con esta escena Morrison nos muestra que Batman no solo trabaja por el bien de Gotham arrestando a malhechores y resolviendo crímenes, sino que se preocupa por ayudar a los ciudadanos de Gotham más desfavorecidos con un acto tan poco superheroico, y sin embargo tan necesario para que una persona prospere y tenga una vida digna, como es conseguirles un trabajo.
Los archivos negros.
En Los archivos negros Morrison introduce la idea de que Bruce Wayne ha ido recopilando en unos archivos personales los casos más extraños en los que Batman se ha visto involucrado a lo largo de su vida, cuyos efectos en la psique de Bruce Wayne serán la base de su Batman R.I.P. (podéis leer en esta misma página la reseña de la edición que sacó Planeta DeAgostini de estos Archivos Negros).
Batman en Belén El número Batman en Belén rompe la continuidad argumental de los números anteriores y nos encontramos con Damian ejerciendo de Batman en un futuro apocalíptico, donde seremos testigos de los métodos expeditivos que utiliza para combatir a sus enemigos, sin mostrar la más mínima piedad y sin importar romper la promesa de no matar que hizo a su padre.
52 números 30 y 47
En este tomo también se introducen las semanas 30 y 47 de la serie 52, donde Bruce Wayne está en el interior de una cueva de Nanda Parbat realizando un ritual que le cambiará, mientras Tim Drake le espera en el exterior. Estos hechos suceden antes de los sucesos narrados en Batman e hijo, y supone el primer trabajo que escribió Morrison dentro de la continuidad de DC, aunque no veo mucho sentido que ECC introduzca estos dos números en el tomo ya que la presencia de Wayne en ambos es muy reducida.
Conclusiones.
Batman e hijo es un tomo irregular, donde te puedes encontrar momentos brillantes con otros en apariencia irrelevantes, que adolece de la lentitud característica de muchos de los cómics actuales, donde pueden pasar diez números sin que suceda absolutamente nada, al igual que la serie de Netflix que te recomienda un amigo con la terrible frase “espérate al capítulo siete que ahí empieza lo bueno”.
Estas historias no se disfrutan en su totalidad de forma independiente y se necesita continuar leyendo la etapa de Grant Morrison en Batman para encontrar sentido a todas las ideas que aquí plantó el guionista escocés y que germinarían mucho más adelante.
En el aspecto gráfico Andy Kubert mantiene un nivel notable en todo el tomo, con un estilo con gran definición y detalle, destacando su recreación del Gotham apocalíptico en Batman en Belén donde, atención al dato, dibuja a Damian con el careto de Grant Morrison.
Lo que no se le puede negar a Morrison es su esfuerzo por intentar llevar al personaje de Batman a su terreno, construyendo una historia centrada en la psicología del Hombre Murciélago salpicada de ideas ingenuas y surrealistas heredadas de las historias de los años 50 y 60, dando como resultado un batiburrillo que solo tendrá sentido cuando se junten todas las piezas que el guionista escocés ha ido dejando en cada número que forman sus siete años al frente de la colección del mejor detective del mundo.
David Naranjo Murillo.