Bienvenidos al Mundo del Cómic. Hoy vamos a hablar de una serie titulada “El defensor de la cruz”, cuyo autor es Manuel Gago, creador del Guerrero del Antifaz y uno de los referentes de la historia del tebeo de aventuras de nuestro país.
Creada en 1956 para la editorial Maga, propiedad del propio Manuel Gago, ayudado en los guiones por su hermano Pablo y por Pedro Quesada, estamos ante una serie de aventuras ambientada en la antigua Roma.
El personaje y sus orígenes.
Como todo protagonista de una colección de este género, detrás de El defensor de la cruz hay un pasado trágico. Este personaje, cuyo verdadero nombre es Sebastián, es el fruto del matrimonio entre un centurión romano llamado Virgilio Alcunio, y y la hija de un patricio llamada Servilia. Estos dos personajes son cristianos, en un momento en el que en la antigua Roma esto era algo perseguido.
Alcunio es denunciado por Casio Malino, un general que estaba enamorado de Servilia, a esta le perdona la vida, puesto que considera que es mejor destrozarle la vida que concenarla al circo.
La clave de todo esto es que Alcunio sale al circo a luchar contra los leones llevando un bebé muerto en brazos, y todo el mundo cree que padre e hijo han muerto en el circo, cuando la realidad es que el verdadero hijo de Alcunio y Servilia ha sido entregado a Tircio, un viejo compañero de armas de Sebastián, el cual a su vez, lo ha dejado al cuidado de un personaje bastante retorcido: El Bárbaro.
Este señor regenta una escuela de luchadores, en donde ha crecido Sebastián, y de paso, recibe todos los meses una bolsa de oro, de Tircio, para callar el secreto.
En el momento inicial de la historia, veremos a un Sebastián ya adulto, integrado en la escuela de gladiadores, pero con la cara tapada, debido a que su extremo parecido con su padre le delataría.
Como suele ser habitual en los personajes de esta época, tenemos un pasado trágico, el cual Sebastián conocerá de la mano de Tircio, se reencontrará con su verdadera madre para verla morir al cabo de unos pocos cuadernillos. El motor de las aventuras de este personaje es del de proteger a todos los que se convierten en secreto al cristianismo, sean romanos, vikingos o africanos.
Evolución de la serie.
Da la casualidad de que en el edificio que está al lado de la escuela de luchadores, está la mansión de Casio Malino, cuya esposa e hija son cristianas, en secreto, claro está, y la hija de Casio, Cristina, se enamora de Sebastian.
El Defensor de la Cruz irá haciendo apariciones por la antigua Roma para salvar de los romanos a todos los cristianos, los cuales se mueven en secreto por las catacumbas.
Una vez puesto en orden todo esto nos encontramos con los siguientes elementos:
Un protagonista enmascarado, una enamorada cuyo padre está detrás de la desdicha de este protagonista, un pasado trágico y un presente complicado por que si tenemos en cuenta el escenario en el que nos han situado esta historia, falta bastante para que los cristianos puedan deambular libremente por el imperio.
Lo cierto es que lo que en un principio podría ser una serie muy interesante, por que los elementos iniciales dan bastante juego, se enreda de una forma muy confusa ya que la trama iniciada en Roma, en donde hay un protagonista que lucha contra todo un imperio, además de personajes como Casio Malino o El Bárbaro, que ha criado a Sebastián desde niño y acaba haciéndose admirador del Defensor de la Cruz, se interrumpe abruptamente.
Isidra y Cristina, esposa e hija del general romano, son mandadas a la Galia, como castigo a su rebeldía, y puestas bajo la custodia del hermano de este general. A partir de aquí, una serie de acontecimientos nos trasladarán a un sitio llamado Itlandia, en donde hay….vikingos.
Vikingos y romanos, una mezcla absurda y atemporal, en donde la historia se traslada a un territorio salido de la imaginación del guionista y que aglutina más de la mitad de la colección.
Argumentos repetitivos:
Básicamente, las aventuras del Defensor de la Cruz, que por cierto, no mata a nadie a lo largo de toda la colección, por que es cristiano y su religión le prohibe matar, consisten en llegar a un sitio, en donde siempre hay una mujer de alta alcurnia, que es cristiana en secreto, y ganarse la admiración de los soldados que están al servicio del caudillo o jefe de turno.
Al final se lleva a todo el mundo a su terreno, y salva de diversos peligros a Isidra y Cristina, las cuales rezan y rezan todo el rato y también ayudan a expandir el cristianismo por todos los pueblos bárbaros del norte.
Hay que decir que en pleno siglo I, en las tierras del norte, hay misioneros cristianos que ya están predicando entre los vikingos. además de castillos medievales, calesas tirada de caballos y todo tipo de artilugios y construcciones, además de vestimentas, que no corresponden para nada con la época en la que estamos.
Después de unos 25 números un tanto extraños, ( hay uno en donde el Defensor de la Cruz no hace aparición), la acción se vuelve a trasladar a Roma, volviendo a aparecer Casio Malino.
Aquí se arregla un tanto la serie, ya que por fin si nos da la sensación de estar leyendo una serie de romanos, y además. se produce un cambio de aspecto gráfico al pasar de una estructura de 3 filas de viñetas a 2, y esto favorece al dbujo de Gago.
Valoración del Defensor de la Cruz.
Es una serie que me deja sentimientos contradictorios. Como aficionado a Manuel Gago, tenía muchas ganas de leerla, pero desde luego, no está precisamente entre las mejores.
Aquí se nota que en esta época estaba bastante saturado, por que los olvidos de personajes y una falta total de rumbo en los guiones, estropean una serie que en sus primeros cuadernillos tenía muy buena pinta.
Luego remonta al final, pero es que es un personaje que tampoco da mucho de sí, y es que el objetivo continúo es el de cristianizar a todo romano que aparece por la serie, salvo a los que son muy pero que muy malos, y se hace un tanto repetitiva.
Eso si, si te gustan los tebeos de esta época, tampoco está de mas leerla.